Fui tu más fiel fan, aquella que creyó siempre en ti y en cada uno de tus talentos, sabía que juntos íbamos a lograrlo todo, que los sueños de ambos se iban a cumplir y aún sigo mirando esa gran capacidad que teníamos los dos por descubrirnos, amarnos, respetarnos, admirarnos.
Creí en ti cuando nadie quiso hacerlo y me apasioné por todo lo que te apasionaba. Daba un lugar muy importante a cada una de tus obras y me enamoraba de ellas.
Me hiciste romper paradigmas, miedos de mí misma, de lo que podía hacer y lograr.
Yo era una gran soñadora y tú eras un gran materialista. Yo todo lo pensaba y tú todo lo creabas. Me enseñaste a ponerle pasos firmes a la acción.
¿Pero yo qué te enseñé?, ¿Yo qué te daba?
Porque nunca fuiste capaz de verlo, eras un ciego que solo quería ver lo que tú lograbas y a mí qué me dejabas. ¿No veías el amor sincero que te tenía? , ¿Qué era capaz de escuchar tu corazón aun cuando no me lo pidieras?
Y tú creías en mí, creías que todo lo que me decías lo iba a hacer una realidad. Quería darte y compartirte un mundo más espiritual, pero no quisiste, no creíste y lo tachaste de tonterías, porque todo lo que provenía de mí no tenía sentido.
Decías que me amabas pero a mi familia no, me querías para ti, únicamente para ti. Así que empecé por alejarme de todos con los que quería llevarme si es que pensabas que no eran lo mejor para mí, empezaste con los amigos, que dejara de desahogarme con las amigas, la gente que sentías nuestra enemiga, o más bien tu enemiga, así hasta que te peleaste con mi familia, nada lo aceptabas, porque tú nunca tuviste la culpa.
Tenía que pensar en todo, hasta en el punto y coma, para no hablar de más y no conseguir enojarte o molestarte, que me fueras a hacer lo que más temía: la ley del hielo, que lo justificaras y luego así yo te fui justificando.
Y echabas la culpa a terceras personas si ya no deseabas besarme. No quiero echarte toda la responsabilidad a ti, porque yo también la tuve, te tenía a mi lado y aun así me rechazabas, me miraba al espejo y pensaba que te equivocabas realmente, que yo era hermosa, pero tú no lo querías sentir.
Quería usar mis poderes de mujer como el llorar, pero eso nunca funcionó contigo, me decías que era una ridiculez, que era una tontería, que tenía que ser fuerte, y así me encerraba en mi recámara para llorar y aún así me pedías que callara. Me hice fuerte sí, pero aún así cuando tenía ganas de hacerlo sin motivo alguno o porque realmente lo sentía me criticabas, condenabas y maltratabas con sus palabras.
Solo querías que estudiara lo que tú deseabas. Me decías que éramos un equipo, pero tu eras el coach y yo un miembro más.
Tenía tanto miedo de ser yo misma, que me dejaras ser, estudiar lo que yo deseaba, pintarme el cabello, vestirme y llevarme con la gente que yo decidiera, y si no te gustaba lo criticabas o me hacías la ley del hielo para que siguiera tus planes.
Eras una persona con un gran carisma, a todos lados donde iba tenían una gran percepción de ti y así seguía creyendo en ti, justificándote y malpensando de mí.
Dejé que me eligieras hasta los zapatos. Yo amaba los tacones y no volví a comprar ningunos hasta que terminé la relación.
¿Por qué me dejaba de todo eso?, ¿Por qué te tenía tanto miedo?
¿Por qué cuando me desahogaba de ti, te volvía ver creía que todo eso era una mentira?, porque cuando te veía ya eras un encanto conmigo , te decía que te portaras mejor conmigo, pero me decías - - "claro que soy un amor contigo, ¿no lo ves?"- , Claro que era cierto y no querías que me diera cuenta era la bella dormida.
Me dijiste que no creías en el amor de tu vida, que si terminábamos me olvidabas y cuando terminamos me dijiste que era el amor de tu vida, que te diera la última oportunidad.
¿Pero para qué? Para repetir el mismito ciclo de nunca acabar.
Me miraba al espejo y ya no recordaba quién era. Pero claro, te levantabas temprano y me hacías mi desayuno y así otra vez me la creía, y dudaba de mí, te levantabas y cada fin de semana sin pensarlo me lavabas mi ropa y te lo agradecía.
Eras cada día tan atento, tan servicial conmigo, pero siempre era a cambio de mi identidad.
No podía presentarte con medio mundo porque yo siempre estuve con los tuyos, pero tú nunca con los míos. Quería gritarle a los 15 vientos que eras mi novio, que te amaba y que estaba loca por ti, pero no me dejabas. Tenías celos de nadie y así fui ganando miedo de ver a otras personas.
Y le preguntaba a Dios, ¿Cómo le hago para salir de aquí?, dame una luz. Pero nunca pude sacar mi fuerza, tuve que pedir ayuda y así salí.
Y claro, yo soy la irresponsable que te dejó, que quiso salir, que nunca valoró quien eras, porque claro tu fuiste el víctima de la mala mujer que yo fui. De haberte hecho perder el tiempo y aún así yo le pido a Dios que seas feliz.
Hoy, ya sin ti, te sigo extrañando y pensando, pero hay algo mejor que cualquier sueño y cualquier cosa mucho mayor a la relación que tuvimos: Me tengo a mí misma, tengo el poder de decidir que quiero hacer con mi vida, como vestirme, a quién ver, a quien querer, amar y hasta perdonar.
Tengo la capacidad de verme y valorarme, reconocer que no estoy sola y que poco a poco esa personalidad que se vio lastimada, está pasando a resurgir, que ya no tengo porque pensar mal de mí, ni culparme, sino hacerme responsable.
Responsabilizarme de un mundo nuevo que me haga muy feliz, de ser mi propia novia, y amarme y respetarme todos los días de mi vida, hasta que la muerte me separe del cuerpo al que me tocó amar, cuidar, respetar y procurar. Y no permitir JAMÁS que me torturen o me vuelva a sentir LOCA, porque ese, era un gran foco rojo que yo ni quería aceptar.
Te amo para toda la vida, porque en mi ser está la inspiración y deseo de todo corazón que en el lugar donde te encuentres siempre los ángeles te cuiden y que seguro cuando te encuentres con un corazón más protegido , emociones y pensamientos más sanos, Dios te mandará una mujer mucho mejor de la que yo fui para ti.
Una mujer que sea capaz de entenderte, que te ponga límites mejor que yo, pero que sea más parecida a ti de lo que yo fui, que comparta tus creencias, valores y sueños, una mujer más arriesgada de lo que yo jamás podría ser.
Y mientras yo me arriesgaré por mí, a dejarte de ver y ya no mirarte más. De ser siempre auténtica, valiente y trabajadora para alcanzar mis metas, y bajarme aquella luna que siempre quise.
De buscar cosas más importantes que un amor romántico como mi salud mental y emocional.
No puedo odiarte y jamás lo haré, porque si bien esto no pudo ser, ni será, yo creo que siempre merecerás lo mejor, nunca voy a olvidarte, pues fuiste de lo mejor que me ha pasado en la vida y con eso yo siempre me quedo agradecida.
Yo también merezco lo mejor y como fiel creyente del amor, creo que sin duda alguna tendré más adelante una nueva oportunidad para volver a amar. Aunque por el día de hoy amaré inmensamente la vida, a mí misma, a mi familia y a toda la gente que me quiera como amiga.
Hoy me quedo con los tres valores que me dio mi padre: LIBERTAD, TRANQUILIDAD, FELICIDAD.






