
No soy la misma de ayer, hoy mis alas se vuelven a encaminar al horizonte, se abren y se extienden como dos grandes palmas cargadas de frutos deliciosos que huelen y saben a gloria. Se disfruta tanto este deleite, me siento llena, plena, feliz y radiante. Dibujo mi camino con mis ojos, luego se transforman en pensamientos, más tarde en mi credo. Mi cara voltea hacia el cielo, percibo el sonido del viento, orquesta natural, siento mi respirar.
Quiero volar, aún mis pies se
siguen preparando, sigo construyendo, pacientemente, armoniosamente, los clavo
a la roca para que siempre estén bien concretos, sean tan firmes como bambús,
trabajen sin decaer, ellos pueden mantenerme, los quiero humildes. ¡Tan
humildes como mi padre, mi madre y mis ancestros! ¡Tan humildes como Dios me lo
enseñó! Prefiero caminar descalza a que mis egos me hundan o me hagan creerme
algo que no soy. Tampoco quiero hablar de más, no con todos puedo acabar, mas
comenzar por los que puedan ya cansar.
Arranco la piel de mis piernas
para sacarme la flojera, prefiero esperar a renacer, a quedarme siempre siendo
la misma piedra, las cuales no salen de la cama justo a las 6:30 de la mañana.
¡Duele, arde, mi mente me invade! Quieren mantener mis ojos cerrados, piernas
¡No hagan caso! Es hora de ejercitarse.
Corazón mío, qué sangre tan
celestial, prefiero arrancarte a que dejes de amar. ¡Ama y amate! No te desvanezcas
por una estupidez, no te desconsueles por tus pasados años, no te pongas triste
por tanta derrota ¡Yo sé que eres fuerte! ¡Has combatido todas!
Has sido más fuerte que tu propia
oscuridad, aquella que te quería acabar, aquella que un día te hablaba bien de
ti y otro mal. Aquella que te tropezaba, que te ahorcaba, esas voces de
extraños, que te las creías y te desvestían tu honor, la cual mal comía tu
tiempo y no te lo regresó.
¡No les creíste y por eso aquí
estás! ¡Tan bella, hermosa, inmensa, eres un ave y quieres volar!
Y me arranco el pico que ya no
quiero, de palabras inagotables, de quejas, humillaciones, de desprestigios,
hablar de intolerancias, hablar por hablar y sin perdonar.
Dejo de mirar como un ogro, ¿yo
quien soy para juzgar? Dios no me vuelvas a dejar sola, tú y yo somos
cómplices. Entonces dejaste a un ángel entrar en mí y llenarme de luz, me
dijiste que ya no me preocupara, y solté mil ríos en tu nombre. Me tomaste, me
dijiste “Aquí estoy”, me abrazaste. Como acto de magia, todo ya estaba puesto
en su lugar, toda armonía que se había ido alguna vez, regresó para quedarse.
La bondad se hizo mi amiga y la compasión mi hermana. Muchas veces no les hago
caso, aún me falta un largo camino. Pero estoy feliz porque otra vez puedo
volar.
Comienzo a sacudir mis alas, a
formar mi aleteo, alto, alto, hacia el sol y todos me ven, sonrío, está vez
desde el alma y aplauden. Voy con cautela porque desconozco y sé que no necesito
correr, sólo gozo. Soy tan valiente como un águila, tan femenina como una rosa,
tan espléndida como una orquídea, tan diferente como un nopal y si te puedo
espinar, porque ya no soy tan buena.
Corazón, ¡Te amo! Mil pulsaciones
que me das, mi vida, mi plenitud, belleza, fuerza, todo lo eres tú. Te honro, mereces
hoy el trono, por nunca haberte vencido, por ir lenta, pero segura y sentir en
este pequeño infinito tiempo de gran felicidad con nuevos besos, tesoros y grandezas
que hay por conquistar.
No soy la misma de ayer, pero
siempre he sido la misma esencia y hoy mi propia fidelidad.
Es una promesa.
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